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Geoingeniería solar: el controvertido caso de Make Sunsets y la regulación climática emergente

La startup Make Sunsets enfrenta una investigación de la EPA por sus experimentos de geoingeniería solar. Este caso plantea serios debates sobre regulación ambiental, riesgos climáticos y gobernanza internacional.

Introducción

La geoingeniería solar se ha convertido en un tema candente en el debate sobre el cambio climático. La startup Make Sunsets, que busca reflejar la radiación solar mediante la inyección de dióxido de azufre (SO₂) en la estratósfera, está siendo investigada por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos. Este caso plantea preguntas fundamentales sobre la viabilidad, legalidad y ética de intervenir deliberadamente en el sistema climático global. La controversia pone de relieve la necesidad urgente de marcos regulatorios que aborden estas tecnologías emergentes con responsabilidad y transparencia.

El objetivo de este artículo es analizar el contexto científico y legal del caso de Make Sunsets, sus implicaciones geopolíticas y los desafíos regulatorios que enfrenta. A través de ejemplos, datos y análisis, exploraremos cómo esta situación puede marcar un antes y un después en la gobernanza climática del siglo XXI.

¿Qué es la geoingeniería solar?

La geoingeniería solar es una técnica de modificación climática que busca reducir la radiación solar que llega a la Tierra, con el objetivo de enfriar el planeta. Una de las variantes más estudiadas es la inyección de aerosoles como el dióxido de azufre en la estratósfera, simulando los efectos de grandes erupciones volcánicas. Esta teoría se basa en eventos como el del Monte Pinatubo en 1991, cuya erupción redujo la temperatura global en 0.5°C durante dos años.

En términos técnicos, el SO₂ se convierte en partículas de sulfato que reflejan parte de la luz solar de regreso al espacio. Sin embargo, este método no reduce los niveles de CO₂ en la atmósfera ni aborda los problemas de acidificación oceánica. A pesar de sus posibles beneficios para mitigar olas de calor extremas, los efectos secundarios son ampliamente debatidos en la comunidad científica.

En resumen, la geoingeniería solar representa una posible herramienta de emergencia frente al colapso climático, pero conlleva riesgos significativos que deben ser cuidadosamente evaluados antes de su implementación a gran escala.

El modelo de negocio de Make Sunsets

Make Sunsets ha desarrollado un modelo comercial basado en la venta de «créditos de enfriamiento». Por $30 mensuales o $5 por tonelada de CO₂ compensada, los clientes financian el lanzamiento de globos meteorológicos cargados de SO₂. Cada globo libera aproximadamente 2 kg de dióxido de azufre a altitudes entre 15 y 20 km, replicando en pequeña escala la dinámica de las erupciones volcánicas.

La empresa fue fundada por Luke Iseman y Andrew Song, quienes argumentan que sus emisiones son insignificantes en comparación con fuentes industriales. Por ejemplo, un vuelo transcontinental emite alrededor de 6 kg de SO₂, mientras que cada globo de Make Sunsets emite una cantidad menor. A la fecha, han lanzado 147 globos, principalmente desde el estado de Nevada.

Este enfoque ha generado tanto interés como controversia. Mientras algunos lo ven como una innovación necesaria ante la lentitud de la descarbonización, otros cuestionan su legitimidad y el potencial de consecuencias imprevistas. El modelo de negocios también pone en tela de juicio la ética de monetizar un experimento climático sin consenso internacional.

La investigación de la EPA: contexto y fundamentos

El 14 de abril de 2025, la EPA, bajo la administración Trump, emitió una notificación formal a Make Sunsets bajo la Sección 114(a) de la Ley de Aire Limpio. La notificación exige a la empresa información detallada sobre sus operaciones, incluyendo coordenadas de lanzamiento, cantidad de SO₂ liberado, reportes de fallos técnicos y comunicaciones con autoridades locales.

Esta acción se basa en la clasificación del dióxido de azufre como un «contaminante criterio» bajo los Estándares Nacionales de Calidad del Aire (NAAQS). Según la EPA, emitir este tipo de sustancias sin controles adecuados puede constituir una violación a la Ley de Aire Limpio, incluso si ocurre en la estratósfera.

La administradora Lee Zeldin calificó las actividades de Make Sunsets como “extremismo climático”. Sin embargo, esta posición ha sido criticada por grupos como el Environmental Integrity Project, que señalan la hipocresía de perseguir a una pequeña startup mientras se permiten grandes emisiones industriales sin sanciones equivalentes.

Aspectos legales y vacío regulatorio

Actualmente, no existe una legislación específica que regule la geoingeniería solar en Estados Unidos. Make Sunsets ha informado sus actividades a la NOAA conforme al Programa de Modificación del Clima, vigente desde 1972, pero esta notificación no implica autorización ni evaluación de impacto ambiental.

El principal argumento legal de la EPA se basa en la presencia de SO₂ en la lista de contaminantes regulados. No obstante, expertos señalan que aplicar la Ley de Aire Limpio a emisiones en la estratósfera podría exceder su ámbito jurisdiccional, lo que podría abrir la puerta a desafíos legales por parte de la empresa.

Si Make Sunsets logra una resolución favorable, establecería un precedente legal para otras startups climáticas que operan en zonas grises regulatorias. Por el contrario, una sanción podría disuadir la innovación en tecnologías de mitigación climática de alto riesgo pero potencialmente efectivas.

Riesgos ambientales de la geoingeniería solar

Uno de los principales argumentos contra la geoingeniería solar es su potencial para alterar patrones climáticos regionales. Estudios recientes han mostrado que la distribución de aerosoles en la atmósfera no es uniforme, lo que puede generar enfriamientos desiguales y afectar precipitaciones, como ocurrió tras la erupción del volcán Hunga Tonga en 2022.

Además, el uso prolongado de SO₂ podría dañar la capa de ozono, aumentar la sequía en ciertas regiones y provocar efectos secundarios impredecibles en el ecosistema. David Keith, investigador de Harvard y pionero en geoingeniería, ha advertido que los beneficios potenciales deben sopesarse con extremo cuidado frente a los riesgos sistémicos.

En conclusión, aunque la geoingeniería solar podría ofrecer un alivio temporal ante el calentamiento global, su implementación sin mecanismos de gobernanza internacional representa un riesgo significativo para la estabilidad climática global.

El caso de México: precedente internacional

En 2023, el gobierno de México prohibió las operaciones de Make Sunsets tras descubrir lanzamientos no autorizados en Baja California. Esta acción se basó en la soberanía nacional sobre el espacio aéreo y la ausencia de consulta previa con autoridades locales o federales.

El caso mexicano demostró que, aunque la geoingeniería solar pueda tener efectos globales, su implementación genera tensiones a nivel nacional. La falta de coordinación internacional permite que países tomen medidas unilaterales para proteger su territorio, lo que podría dar lugar a conflictos diplomáticos.

Este precedente refuerza la necesidad de establecer marcos multilaterales que regulen las tecnologías climáticas emergentes antes de que su uso se generalice de forma descontrolada.

Escalabilidad vs. gobernanza

Make Sunsets tiene la ambición de expandirse hasta compensar un millón de toneladas anuales de CO₂. Este objetivo, aunque técnicamente alcanzable, presenta riesgos significativos en tres dimensiones: escalabilidad sin supervisión, dependencia tecnológica y conflictos geopolíticos.

Si múltiples actores imitan este modelo sin un marco regulatorio común, podrían alterarse sistemas climáticos como el monzón asiático o la circulación oceánica. Además, depender de tecnologías de mitigación podría reducir los incentivos para reducir las emisiones reales de gases de efecto invernadero.

Finalmente, la geoingeniería solar podría convertirse en un arma geopolítica si países deciden modificar el clima de forma unilateral, provocando consecuencias negativas en regiones vecinas. Estos riesgos exigen una gobernanza global basada en ciencia y cooperación internacional.

Recomendaciones para startups climáticas

Las empresas que trabajan en tecnologías climáticas emergentes deben adoptar principios de precaución, transparencia y colaboración. Se recomienda establecer alianzas con organismos científicos como el IPCC y participar en marcos éticos de investigación.

Además, implementar sistemas de monitoreo abiertos, verificados a través de tecnologías como blockchain, puede aumentar la confianza pública y reducir la percepción de opacidad. Estas medidas son clave para legitimar su trabajo y evitar sanciones regulatorias innecesarias.

El éxito a largo plazo de estas iniciativas dependerá de su capacidad para integrar objetivos comerciales con responsabilidad ambiental y social.

El rol de los legisladores en la regulación futura

Los legisladores deben anticiparse a los desafíos de la geoingeniería solar mediante la creación de tratados internacionales similares al Protocolo de Montreal, que fue exitoso en reducir los CFCs. Dichos tratados deben establecer umbrales seguros y procesos de revisión científica periódica.

También es necesario actualizar leyes nacionales como la Ley de Aire Limpio para incluir disposiciones específicas sobre intervenciones climáticas en la estratósfera, considerando sus efectos globales. Sin una base legal clara, los litigios serán inevitables y costosos.

Una regulación eficiente debe equilibrar la necesidad de innovación con la protección del medio ambiente y la salud pública.

La comunidad científica frente al desafío

Los investigadores tienen la responsabilidad de acelerar estudios sobre alternativas más seguras al SO₂, como el carbonato cálcico, que podría reducir el impacto en la capa de ozono. También deben modelar escenarios combinados que incluyan geoingeniería solar y remoción de CO₂ para evaluar sinergias o riesgos de rebote climático.

La ciencia debe guiar la política, y no al revés. Por eso, es fundamental que los estudios se realicen de forma abierta, reproducible y con participación internacional. La transparencia científica es clave para establecer normas éticas y técnicas antes de cualquier despliegue masivo.

Este enfoque colaborativo permitirá crear una base sólida para la toma de decisiones informadas que prioricen el bien común.

Conclusión

El caso de Make Sunsets es un punto de inflexión en la historia de la regulación climática. Muestra cómo la innovación tecnológica puede adelantarse a los marcos legales existentes, generando vacíos que deben resolverse con urgencia. La geoingeniería solar, si bien prometedora como herramienta de mitigación, plantea riesgos éticos, legales y ambientales que no pueden ser ignorados.

Es vital que gobiernos, empresas y científicos trabajen en conjunto para crear sistemas de gobernanza globales que regulen estas tecnologías con base en la evidencia y el consenso. Solo así podremos aprovechar sus beneficios sin comprometer la estabilidad del planeta.

La historia juzgará cómo respondamos a este desafío. La oportunidad está en nuestras manos.

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