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Introducción
En mayo de 2025, el conflicto tecnológico entre Estados Unidos y China alcanzó un nuevo clímax. La disputa gira en torno a los chips Ascend de Huawei, marcando un punto de inflexión en la carrera global por la supremacía en inteligencia artificial (IA). Las implicaciones geopolíticas, económicas y tecnológicas de esta confrontación afectan no solo a los gobiernos, sino también a empresas, inversores y consumidores en todo el mundo. Este artículo analiza a fondo las causas, consecuencias y oportunidades que emergen de este enfrentamiento estratégico.
Más allá de una simple disputa comercial, este conflicto representa una lucha por el control del futuro digital. El veto estadounidense a chips específicos de Huawei se enmarca en una estrategia para frenar el crecimiento tecnológico chino. A su vez, China responde con medidas de contrapeso legal y el fortalecimiento de su ecosistema autónomo. Entender estas dinámicas es crucial para anticipar los próximos movimientos en la gobernanza global de la IA.
La raíz del conflicto: Chips de IA como recurso estratégico
Los chips de IA no son solo componentes tecnológicos; se han convertido en activos geoestratégicos. Estados Unidos los considera esenciales para la seguridad nacional y el liderazgo industrial, mientras que China los percibe como el núcleo de su transformación tecnológica. Huawei, con su línea de chips Ascend, se posiciona como símbolo del progreso chino frente a las sanciones occidentales.
El Ascend 910C, por ejemplo, alcanza 800 TFLOPS —una capacidad que lo coloca cerca del Nvidia H100— y representa un salto cualitativo en la capacidad de cómputo del país asiático. En un contexto donde el 80% de los chips aún se importan, el desarrollo de alternativas locales es una prioridad nacional. Así, el veto estadounidense no solo bloquea hardware, sino que busca frenar la autonomía china.
En resumen, el conflicto por los chips de IA refleja tensiones estructurales más profundas: quién controla la infraestructura crítica del siglo XXI y cómo se distribuye el poder tecnológico global.
La prohibición de EE.UU.: Una ofensiva jurídica y comercial
El 13 de mayo de 2025, el Departamento de Comercio de EE.UU. emitió una directriz que prohíbe el uso global de los chips Ascend 910B/C/D de Huawei, alegando que contienen tecnología estadounidense restringida. Aunque la frase “en cualquier parte del mundo” fue eliminada el 21 de mayo tras presión internacional, la advertencia sobre sanciones penales y civiles por su utilización persiste.
Esta medida ha sido interpretada como un intento de extender la jurisdicción estadounidense más allá de su territorio, utilizando la extraterritorialidad del control de exportaciones. Empresas en Europa, Asia y América Latina enfrentan así un dilema legal: respetar las sanciones de EE.UU. o exponerse a represalias chinas.
La implicación inmediata es la fragmentación del mercado global de IA. Las compañías deben decidir con cuál bloque alinearse, lo que afecta desde decisiones de compra hasta estrategias de expansión internacional.
Respuesta china: Ley Anti-Sanciones y autonomía tecnológica
La reacción de Beijing fue rápida y contundente. Invocando su Ley Anti-Sanciones de 2021, el gobierno chino advirtió que las entidades que apliquen sanciones extranjeras podrían enfrentar confiscaciones de activos y restricciones operativas en su territorio. Esta legislación se ha convertido en el principal instrumento legal para contrarrestar medidas punitivas extranjeras.
Además, China reforzó su narrativa de “derecho al desarrollo tecnológico autónomo”, enmarcado dentro del plan Made in China 2025. Huawei es clave en esta estrategia: no solo diseña chips de alto rendimiento, sino que promueve un ecosistema abierto como MindSpore, compatible con TensorFlow y PyTorch, que busca reducir la dependencia de software occidental.
En esencia, la respuesta china no es solo defensiva, sino parte de una estrategia de largo plazo para fortalecer su soberanía tecnológica frente a presiones externas.
Huawei como símbolo de resiliencia tecnológica
Desde 2019, Huawei ha estado en el centro del conflicto tecnológico global. Las sanciones impuestas por EE.UU. impulsaron a la empresa a redoblar sus inversiones en I+D, particularmente en diseño de chips y software de IA. La presentación del Ascend 910C demuestra que, pese a las restricciones, Huawei continúa innovando.
El chip 910C utiliza una arquitectura chiplet que combina dos 910B, alcanzando rendimientos de hasta 800 TFLOPS. Su fabricación depende de SMIC, el mayor fabricante de semiconductores de China, que ha logrado producir en 7nm usando litografía DUV, con un rendimiento del 30% en el primer trimestre de 2025.
Estos avances posicionan a Huawei como un actor capaz de sostener el desarrollo de IA en China sin depender de proveedores estadounidenses, mostrando que las sanciones pueden ralentizar, pero no detener, el progreso tecnológico.
Impacto en la industria global de semiconductores
Las repercusiones del conflicto se sienten en toda la cadena de suministro. Empresas como Nvidia y AMD han visto afectada su participación en el mercado chino, que representa una parte significativa de sus ingresos. Nvidia, por ejemplo, ha perdido el 45% de su cuota en China desde 2021, lo que se traduce en una pérdida estimada de $5.5 mil millones este trimestre.
Huawei, por su parte, planea distribuir 700,000 chips Ascend en 2025, lo que representa una oportunidad para sustituir a los chips H20 y MI308, actualmente prohibidos. Esto crea un efecto de sustitución en el mercado chino que beneficia a proveedores locales y afecta a fabricantes occidentales sin presencia en China.
El resultado es una creciente bifurcación del ecosistema de semiconductores: uno dominado por EE.UU. y otro emergente en Asia, liderado por China.
Riesgos legales para empresas globales
Las empresas internacionales enfrentan un escenario inédito: cumplir con sanciones estadounidenses puede significar infringir leyes chinas, y viceversa. Este “choque normativo” crea un entorno de alta incertidumbre jurídica. Por ejemplo, ZT Systems, adquirida por AMD en marzo de 2025, podría ser sancionada en EE.UU. por comprar componentes chinos, pero también en China por acatar sanciones extranjeras.
La aplicación extraterritorial de ambas legislaciones obliga a las empresas a rediseñar sus procesos de cumplimiento. Algunas ya están creando equipos legales especializados en doble jurisdicción y desarrollando herramientas de trazabilidad de componentes para mitigar riesgos.
En este contexto, la gestión legal se convierte en una función estratégica clave para la sostenibilidad operativa internacional.
La tregua comercial de Ginebra: Un respiro efímero
El acuerdo alcanzado en Ginebra el 14 de mayo de 2025, que redujo aranceles entre EE.UU. y China, fue celebrado como un avance. Sin embargo, el veto a Huawei apenas un día antes lo dejó en entredicho. Las tensiones estructurales —como la transferencia tecnológica forzada y la seguridad nacional— siguen sin resolverse.
La tregua no abarcó el sector tecnológico, considerado estratégico por ambas partes. De hecho, el veto a los chips Ascend fue interpretado por China como una violación al espíritu del acuerdo, lo que debilitó aún más la confianza bilateral.
En conclusión, aunque los aranceles hayan disminuido, la guerra tecnológica continúa en expansión, ahora con foco en semiconductores y software de IA.
El nuevo mapa geotecnológico: Fragmentación acelerada
La confrontación Huawei-EE.UU. acelera la fragmentación del ecosistema tecnológico global. Ya se observan bloques tecnológicos: uno liderado por EE.UU. y sus aliados (Europa, Japón, Corea del Sur), y otro encabezado por China, con apoyo en Asia, África y Medio Oriente.
Esta bifurcación afecta desde estándares técnicos hasta cadenas de suministro. Plataformas de software, arquitecturas de chips y protocolos de seguridad comienzan a divergir, lo que complica la interoperabilidad y aumenta los costos de integración para empresas multinacionales.
En términos prácticos, el mundo se encamina hacia un “decoupling” digital, donde las decisiones estratégicas sobre tecnología tendrán cada vez más implicaciones geopolíticas.
Implicaciones para empresas tecnológicas
Las empresas del sector deben adaptarse rápidamente. Se recomienda diversificar operaciones fuera de zonas de alto riesgo geopolítico, como establecer centros de I+D en ASEAN o América Latina. También es clave desarrollar versiones duales de productos: una para mercados sensibles y otra para entornos sin restricciones.
Además, la implementación de procesos de due diligence robustos se vuelve crucial. Las decisiones regulatorias cambian a diario y pueden afectar desde licencias de software hasta la cadena de suministro de componentes.
Adaptarse no es opcional: es la única forma de sobrevivir en un mercado cada vez más regulado por consideraciones políticas.
Recomendaciones para gobiernos
Los gobiernos deben fomentar la cooperación tecnológica multilateral para evitar una carrera armamentista digital. Foros como la OMC o la OCDE pueden servir como plataforma para definir marcos comunes de exportación y uso de tecnologías sensibles.
También se recomienda ofrecer incentivos fiscales y financieros para la investigación local en empaquetado avanzado y diseño de chips. Estos son los verdaderos cuellos de botella para el desarrollo autónomo de IA.
Finalmente, crear mecanismos de excepción controlada podría permitir a empresas operar en sectores no estratégicos sin infringir sanciones, mitigando así los daños colaterales de la guerra tecnológica.
Oportunidades y riesgos para inversores
Para los inversores, el conflicto presenta un doble filo. Por un lado, hay oportunidades en empresas de segunda línea dentro de la cadena de suministro china, que se beneficiarán del impulso local a la autosuficiencia. Por otro, existe el riesgo de sobrevaloración en fabricantes occidentales con exposición limitada al mercado asiático.
Los fondos de capital deben evaluar cuidadosamente el perfil regulatorio de sus inversiones. Sectores como empaquetado 3D, herramientas EDA y infraestructuras cloud son estratégicos y pueden estar sujetos a nuevas restricciones.
En este nuevo escenario, el análisis geopolítico se vuelve tan importante como el financiero.
Conclusión: Un nuevo orden tecnológico global
El conflicto entre EE.UU. y China por los chips de IA no es un episodio aislado, sino parte de una tendencia mayor hacia la reconfiguración del orden tecnológico global. La lucha por el control de semiconductores, software y estándares determinará quién domina la economía digital del futuro.
Para empresas, gobiernos e inversores, el mensaje es claro: la inteligencia artificial ya no es solo una cuestión de innovación, sino también de soberanía. Adaptarse a este nuevo paradigma será esencial para competir y sobrevivir en la próxima década.
La batalla por los chips es, en realidad, una batalla por el alma del siglo XXI.